Lamentablemente, después de la pérdida de un diente, el hueso que lo rodea casi siempre se deteriora (disminuye su ancho, altura y densidad), y este proceso comienza casi de inmediato. Mientras más tiempo ha estado ausente un diente, mayor cantidad del hueso que lo rodea se reabsorbe (desaparece), y más probable es la necesidad de un implante óseo.
El injerto de hueso es un procedimiento quirúrgico que realizamos en nuestro Consultorio odontológico de Córdoba cuando se necesita aumentar la altura y/o ancho óseo antes de la colocación de un implante, o durante la cirugía de la misma para garantizar el éxito del tratamiento.
Se pueden utilizar distintos tipos de hueso para hacer el injerto, ya sea propio o de origen animal. Lo que permitirá la formación de hueso nuevo en el lugar de los maxilares donde solía haber un diente.
Se realiza para ello, una pequeña incisión en la encía para exponer el hueso que está debajo, y luego se agrega el material de injerto óseo junto a una membrana que lo recubre actuando como barrera para evitar la invasión de células no específicas.
Este material funciona como andamio o guía, a través del cual el organismo depositará nuevas células óseas. Con el tiempo, el cuerpo absorbe el material de injerto y lo reemplaza por hueso nuevo propio.
1- Permite la colocación de implantes en zonas donde no existe suficiente hueso.
2- Otorga una mayor fijación a los implantes.
3- Permite corregir defectos óseos estructurales.
4- Mejora significativamente los resultados estéticos.